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 TERTULIA DE ARTE - MATISSE

Categoría: Historia
Fecha: 31/10/2018

MATISSE 1869 – 1954. De Enrique Cabellos

Matisse comenzó a estudiar bellas artes con cerca de 30 años dirigido por Gustave Moreau que le enseña que el color puede tratarse de forma subjetiva sin coincidir con la forma, con Gauguin se atreve a los contrastes vibrantes, y en Pierre Bonard y André Derain percibe la belleza decorativa; pero luego es el diálogo artístico con Picasso lo que marca su obra total. Es uno de los fauvistas principales, junto con Vlaminck, en su etapa 1905 – 17; después, entre guerras mundiales y con el crack de 1929 vuelve a la figuración y al naturalismo, al pequeño formato y cuadro de caballete como consecuencia de la menor demanda de obras grandes y caras y como retroceso del vanguardismo. Matisse es el más conservador, con riqueza decorativa y sensualidad de color, gran ciclo de “odaliscas” hacia 1920, interiores domésticos, temas intimistas como en el barroco flamenco, abundan las ventanas como juego interior-exterior, disolución de formas, abundantes arabescos y juegos cromáticos, geométricos y texturas decorativas que en años 30 pasa de máxima plasticidad a fuerte linealismo. Él mismo se definió “Busco un arte agradable que produzca placer”. Picasso dijo de él “Matisse, él sí es el pintor de la vida moderna”. Hay en él una cierta mediterraneidad de la luz y el color captada en sus estancias en la Costa Azul.

12 años mayor que Picasso mantienen toda la vida la amistad y una cierta competición en imitarse e inventar nuevas formas, con fuertes paralelismos. Crean un vínculo íntimo, del que surge un diálogo continuo, de trasmisión de experiencias sin rasgos de rivalidad, del que resulta una fuerte hibridación como ambos predicaban. Se relacionan a través de sus obras incluso aunque estén separadas por 20 años de tiempo. Sus épocas son:

1º: 1905-07. Fauvismo y primitivismo. Matisse dice “hay que luchar contra ti mismo buscando nuevos caminos”; mientras Picasso decía “está bien copiar lo que hacen otros, te abre el camino, y si fracasas es porque eres tú mismo”. Matisse entra en la escuela de Bellas Artes con cerca de 30 años poco después de la llegada de Picasso a Paris en 1900. Les une la familia Stein americanos que son coleccionistas y marchantes. En su casa de la rue Fleurs tienen obra de Matisse, Picasso, Renoir, Monet, van Gogh, et al. Mientras Matisse es fauvista, Picasso en época azul es triste y su retrato de Gertrude Stein en grises mustios, cara de máscara africana, con postura del “Monsieur Bertin” de Ingres, no le gusta a la marchante y protesta de que no se parece a lo que el pintor responde “ya se parecerá”. Entre tanto 1905, Matisse ejerce de “fauve”. En 1906 ambos se autorretratan en forma similar. Llega a Paris la cultura Dogon del Congo que ambos absorben con caras de ojos vacíos y parejas de pie muy similares. En 1906 Matisse pinta “Le Bonheur de vivre” fauvista y festivo, lleno de colorido y arabescos, con un amarillo furioso que había captado en Gauguin, que causa sensación y su amigo responde en 1907 con sus “Demoiselles d’Avignó”, basado en las prostitutas de esa calle junto a las Ramblas de Barcelona que supone el nacimiento del cubismo, la negación de la perspectiva con figuras y fondo maclados y cosidos en un todo indistinguible, donde niega la perspectiva, y es la obra germinal del arte del s. XX. Poco después Matisse pinta un desnudo cubista sin tanta ruptura formal.

2º: Cubismo. Matisse en 1908 crea su academia en el auge de su fama y sus teorías llegan a Kandinsky que asume ciertos postulados sobre el color y la forma. Arranca una época decorativista, en la que la danza y la música son un fondo de formas enormes, con simplicidad y vivo movimiento, mientras sus colores son planos como en un primitivo. Hacia 1911 suprime la perspectiva e introduce formas geométricas con mucha saturación de color. Al tiempo su compadre avanza hacia el cubismo sintético como una nueva vuelta de tuerca, incorporando collages, diarios y papeles pegados, mientras Matisse renuncia al color anterior, es más austero, con sus rostros de máscara africana, con ojos vacíos como en el retrato de Gertrude Stein. La 1ª guerra mundial, aunque no son movilizados, les impacta a ambos; el cubismo sintético de Picasso es radical, casi abstracto, y su amigo tiene rasgos de abstracción infernal con geometrismo en grises y negros (recordando Verdun y la filosofía de Bergson).

3º: Vuelta al orden. Nuestro artista alegra su paleta. Viaja a Niza que le transmite su mediterraneidad, con más color y tranquilas escenas domésticas, mientras Picasso retrata a Olga, una de sus primeras amantes, realiza decorados de ballet para Diaghilev, olvida el cubismo y vuelve a la mejor tradición con un Arlequín elegante que nada tiene que ver con su época rosa. Entre tanto Matisse toma el tema de las odaliscas de Ingres, que ya había utilizado su compañero anteriormente, en un alarde de sensualidad, color y barroquismo, lo que provoca que Bretón y sus surrealistas se aparten de ellos por infieles. En 1930, después de tanto ambiente femenino viaja a Tahití, mientras el premio Carnegie es otorgado a Picasso.

4º: Socios unidos: A partir de 1933-36 nuestros artistas van coincidiendo. Ambos pintan minotauros, con quien Picasso siempre se identificó. Matisse pierde parte de su fauvismo inicial, promoviendo una fuerte sensualidad, mientras Picasso se lanza al color y a la curva de innegable belleza, creando formas deformes de gran originalidad. En 1932 retrata a MªTherese en un sillón de forma onírica en festival de color. Ambos amigos exploran desnudos jugando con sus formas y arabescos, en una tradición muy renacentista. Avanzados los años 30 ambos repiten los juegos con margaritas y otras flores. Los juegos con ninfas y faunos les conducen a un mundo grecolatino de belleza, equilibrio y sensualidad que reflejan en series de grabados como la genial Vollard de Picasso, que coinciden con una paz europea donde todavía no se adivina la 2ª guerra. En los años 40 exponen conjuntamente y su relación es cordial. Por fin la década de los 50 está llena del sur de la Costa Azul, Niza, Vallauris y del descubrimiento de la cerámica por Picasso. Todavía, poco antes de morir, el bello desnudo azul de Matisse le abre a su cordial amigo el camino de la gran serie de “las mujeres de Argel” donde recrea el orientalismo de Delacroix en homenaje a Matisse, y su etapa de La Californie, que será, tal vez, la obra más bella y alegre de Picasso.

Para ambos el dibujo es fundamental, mientras que Picasso es el gran maestro del primero, Matisse es el rey del color. Mientras el primero dejó un corpus de dibujos exuberante, se conoce poco de los bocetos, notas y esquemas que, sin duda, tuvo que realizar Matisse.

 

MATISSE. De Abel Yebra

            Henri Matisse (1869-1954), nace en el norte de Francia, en una familia de nivel medio. Estudia dos años de Derecho. En 1891 -22 años- tras una convalecencia de apendicitis, abandona Derecho y vuelve a París para estudiar pintura en el taller de Gustave Moreau (pintor simbolista). Moreau les enseña a utilizar los colores vibrantes y saturados de forma arbitraria. Antes del fauvismo, se deja influir fuertemente por Cézanne. Esta influencia le marca en lo sucesivo. Es influido, fundamentalmente, por Cézanne, Gauguin y Van Gogh. Matisse pretende dar sentido a la herencia de estos tres pintores y de los posimpresionistas. Conecta con los pintores de la época en París.

            En 1905 expone en París, en una exposición fauvista. Un crítico, al ver la exposición exclamó: “Tiens! Un Donatello parmí des fauves”. De ahí, el bautismo del grupo como “fauvista”. La arbitrariedad de color es la bandera de los Fauves.  La etapa fauvista es una parte mínima en la trayectoria de Matisse. Aunque aquellos planteamientos permanecen en su obra hasta el final. A partir de 1907 el fauvismo desaparece. Cada pintor toma su propio camino.

            Empieza a desarrollarse en Matisse su vocación decorativa. Busca un arte que sirva como lenitivo, como calmante cerebral. En casi toda su producción se mantiene fiel al principio de exploración lógica del color (y sin embargo, arbitraria). Para él, la pintura, como para Maurice Denis, es “una superficie cubierta de colores dispuestos en un cierto orden”. Lo más importante es la identidad de forma y color. A cada forma, un color; y al final, un color plano. La pintura ha de estar asociada al espacio disponible. Y su función ha de ser básicamente decorativa. Al final, se decanta por una pintura de lenguaje plano y seriado. Lo expresa en las figuras de danza en movimiento.

            Como otros pintores franceses, en ocasiones, se deja llevar por lo exótico, que trae de Argelia, de Marruecos o de Oriente. Presenta en varias obras el mito de la mujer oriental, en sus famosas odaliscas. Pintura colorista y sensual.

            En un breve período se deja llevar por la influencia cubista de Juan Gris, a quien conoce en Colliure. Quizá esto pudo centrarle más en su necesidad de buscar la síntesis y la concentración, que son dos grandes conceptos que aparecen a lo largo de su trayectoria.

            Matisse vuelve a brillar gracias a la pintura norteamericana que sigue a la segunda guerra mundial. En 1951, el Museo de Arte Moderno de Nueva York –recién creado- le dedica una gran retrospectiva.

Matisse es la contrafigura de Picasso. Los dos son las figuras decisivas de la pintura del siglo XX.

            En sus últimos 15 años Matisse, enfermo, pinta desde la cama. Hace composiciones de papeles pintados, recortados y pegados.

            (Notas, tomadas de “Matisse-Colección de Grandes Pintores del Siglo XX”).  Abel Yebra.

 

 

 

 

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