VERANO DE CAMPEONES. ESTAMOS CON LA SELECCIÓN - Agustín del Pino
El espíritu nacional -eso que solo emerge últimamente con las hazañas deportivas de nuestros equipos - el domingo pasado alcanzó una temperatura altísima, próxima a la fusión de los metales (obviamos las injerencias de la política también en el deporte porque da nauseas) , con el triunfo, a media tarde, de Carlos Alcaraz en Wimbledon , codeándose con la realeza británica , y la victoria frente a Inglaterra, en sesión nocturna berlinesa, de nuestra selección de fútbol que consiguió la cuarta Copa de Europa para las vitrinas de la Real Federación Española de Fútbol.
Impresionante fue el recibimiento que el pueblo de Madrid -a buen seguro representando a toda España- dispensó a nuestros jugadores en la veraniega noche del lunes 15 de julio. Lo seguí por televisión. Confieso que me llenó de orgullo el orden que reinó en las varias horas de aclamaciones que duró la celebración. Decenas de miles de madrileños y allegados, sin un incidente, unidos en sus aplausos, en las canciones que Morata como maestro de ceremonias proponía y en el ambientazo de felicidad que se extendió como una ola que, partiendo de Cibeles, subía y se desparramaba por las calles adyacentes hasta donde las cámaras de la tele eran capaces de llegar.
Olé por un pueblo tan bien educado socialmente.
Olé por esta joven Selección que ya nos abre una ventana a la esperanza cara al mundial de 2026.
Patadas en el trasero a los aguafiestas de la política que tratan de minimizar estos grandes triunfos de un gran país llamado España. Y lo que da más risa, por no decir llanto: que algunos quieren que los de su pueblo tengan también una selección nacional. Digo yo que será para jugar el Mundial con los de la “Kampa de Txulería”, el “Poblet d´alcostat,” o el “Conceio de Abaixo”.
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