CUANDO NAVIDAD NO CAE EN OCTUBRE
Esto no es un cuento de ficción. Es una anécdota real, familiar. Miguelito tiene 5 años. Es mi sobrino nieto. Su padre es militar y está en una misión de la OTAN en Eslovaquia. Marchó a primeros de julio y a sus hijos no les gustó nada la anunciada ausencia de seis meses que duraría su expatriación. A Miguelito, para consolarle, le dijeron que no se preocupara, que papá volvería para Navidad y ya se quedaría en casa. Podría jugar con él y le llevaría todas las mañanas al colegio como es su costumbre.
Una mañana de octubre, estaba Miguelito viendo la “Patrulla canina” cuando se abrió de pronto la puerta y apareció su padre.¡¡ “Ya es Navidad”!!, exclamó jubiloso y se echó en brazos de su progenitor. Lo que no sabía Miguelito es que su padre estaba allí con un permiso especial para acudir al entierro de su abuela. Y la asociación Navidad- vuelta de papá se vino abajo como un castillo de los muñequitos de Playmobil.
Hubo que darle todo tipo de explicaciones sobre lo ocurrido (no sé si las entendería), que su padre volvería a ocupar su puesto en el Ejército y que, definitivamente, la Navidad seguía siendo el 25 de diciembre. Y entonces su papá ya estaría en casa para celebrar la fiesta en familia.
Sirva esta pequeña historia real, para reclamar un recuerdo y un aplauso para todos los miembros de las fuerzas armadas de España, que van a pasar fuera de sus familias las navidades defendiendo la paz en el mundo. Agustín del Pino. Madrid
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